LOS ÁNGELES – La historia del miércoles tuvo una trama conocida.
Los Lakers, con una rotación totalmente desarmada por una ola constante de bajas, batallaron durante gran parte de la noche antes de caer en un partido parejo ante un rival de categoría.
Así como sucedió la semana pasada ante Sacramento y L.A. Clippers, el miércoles la tropa de Luke Walton se fue con las manos vacías tras presentarle dura batalla a un gran conjunto de Oklahoma City.
Los Lakers dejaron a su oponente en un 38.1 por ciento de cancha, anulando por completo a Russell Westbrook – quien apenas acertó en tres de sus 20 intentos a canasta.
“Realmente feliz por la manera que los muchachos compitieron esta noche”, aseguró el entrenador. “Con menos jugadores y ante un buen equipo, creo que el esfuerzo y el nivel competitivo fueron de alta gama para nosotros. Tratamos de darnos la chance de ganar el partido, y creo que en general lo hicimos”.
Incluso, los angelinos llegaron a escaparse por cinco puntos a comienzo del cuarto periodo, en un momento crucial en el que se podrían haber escapado ante la segunda unidad del Thunder. Sin embargo, allí se dio totalmente lo opuesto. Los Lakers flaquearon en el rebote defensivo, la ofensiva se estancó, y el regreso de Paul George a la cancha fue la gota que rebalsó el vaso.
Brandon Ingram analizó el juego a través de ese prisma.
“(Ellos) fueron un mejor equipo cuando dejamos de hacer lo que estábamos haciendo antes”, explicó. “Eso es pasar la bola y buscar el mejor tiro para el equipo. Algunos rebotes ofensivos, hicieron algunas jugadas que cambiaron el envión. Son todas cosas que podemos controlar”.
La lectura es correcta si se tiene en cuenta que el plan de juego era limitar los rebotes ofensivos del rival. Los laguneros solo permitieron cinco en la primera mitad – y 12 luego del descanso. Esas oportunidades extra se terminaron pagando caro.
Lakers no pudieron frenar la remontada de OKC en la derrota por 107-100: pic.twitter.com/fltM9pQdIx
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Eso coincidió con la otra gran falla: bajarle el ritmo a la ofensiva. Los de púrpura y dorado mantuvieron el partido parejo a lo largo de la noche al atacar constantemente a Oklahoma City, edificando su ofensiva con una extraña mezcla de puntos de contragolpe y unos cuantos viajes a la línea de tiros libres.
Sin embargo, el ritmo bajó dramáticamente en el cuarto periodo – con el equipo ya extrañando a un Kyle Kuzma que no pudo jugar tras el descanso – y el exceso de individualismo resultó tóxico para las aspiraciones de los Lakers.
“Sé que yo me alejé un poco de la manera que estábamos jugando al comienzo del juego, cuando estábamos encontrando tiradores que estaban metiendo algunos tiros”, confesó Ingram.
El oriundo de Kinston, quien cerró la noche con 17 puntos, 11 rebotes, y cinco asistencias, explicó el síndrome que se apoderó del equipo sobre el final del partido.
“A veces entramos en modo de pánico cuando las cosas no van de la manera correcta”, se sinceró. “Los muchachos toman la iniciativa de tratar de ir a la llave, ir uno contra uno, llegar al aro, lo que sea. Ese es el lado competitivo que sale y solo quiere ganar el partido”.
La solución, entonces, pasa por volver a confiar en la idea y en el compañero.
“(Debemos) comunicarnos más”, concluyó Ingram. “Cuando nos demos cuenta de lo que funciona, hay que seguir haciéndolo aunque los muchachos no metan tiros. Hay que continuar haciéndolo”.
Ante OKC, no hubo demasiado que funcionara en ofensiva. Los Lakers dispararon debajo del 60 por ciento en la línea (19/31) y cometieron 17 pérdidas.
La excepción fue un Kentavious Caldwell-Pope que continúa en estado de gracia. El escolta lideró al equipo con 25 puntos, encestando cinco de los siete triples de los Lakers en la noche.
@CaldwellPope lideró a los Lakers con 25 puntos en el revés ante el Thunder: pic.twitter.com/GIZtQrAkqG
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A la postre el esfuerzo no alcanzó, y los laguneros sufrieron su derrota No. 17 de la campaña. El viernes, ante los Knicks, tendrán la chance de redimirse.
Source: Los Angeles Lakers